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miércoles, 7 de septiembre de 2016
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Túnez
Con la corrupción al galope, el índice del paro desbocado y la
inversión bajo mínimos, el nuevo gobierno tunecino afronta un complicado
otoño en el que tendrá que conjugar la paz social con la puesta en
marcha de las políticas de austeridad exigidas por Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial.
Unas condiciones necesarias, admiten los expertos, pero que -como en
otros países donde han fracasado- se sostienen en una agresiva reforma
administrativa y financiera y una precariedad laboral que ya han
desatado las primeras protestas populares, advierten.
"Sí, es fundamental completar la reforma fiscal y acabar con el mercado
negro, que se ha desarrollado en exceso debido a la corrupción en las
estructuras del Estado", explica a Efe una alta responsable del Banco
Central de Túnez (BTC), que prefiere no ser identificada.
"En el BCT vemos el dinero, hay dinero en el país, pero no está en
manos del Estado. Las arcas están vacías", señala con cara circunspecta.
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